(Jn 18,36)

La explicación más generalizada que suele darse a esta frase es que el reino de Jesús no es de naturaleza terrena sino espiritual. Por tanto, que no entra en conflicto ni en competencia con los reinos de la tierra… Cada cual en su sitio y todo el mundo contento.

Trascribo primero la traducción de Juan Mateos:

Jn 18:33 Entró de nuevo Pilato en la residencia, llamó a Jesús y le dijo: -¿Tú eres el rey de los judíos?

Jn 18:34 Contestó Jesús: -¿Dices tú eso como cosa tuya o te lo han dicho otros de mí?

Jn 18:35 Replicó Pilato: -¿Acaso soy yo judío? Tu propia nación y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?

Jn 18:36 Contestó Jesús: -La realeza mía no pertenece al orden este. Si mi realeza perteneciera al orden este, mis propios guardias habrían luchado para impedir que me entregaran a las autoridades judías. Ahora que mi realeza no es de aquí.

Jn 18:37 Le preguntó entonces Pilato: -Luego ¿tú eres rey? Contestó Jesús: -Tú lo estás diciendo, yo soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio en favor de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.

Las dos palabras claves para comprender el sentido de este pasaje son βασιλεία

(basileía) y κόσμος (kosmos). Para no repetirme respecto a “basileía”, remito al tema de “venga a nosotros tu reino”, en este mismo blog, donde analizo las tres acepciones que la “basileía” griega tiene en muchas las lenguas modernas: reino, reinado y realeza.

Volviendo a nuestro pasaje actual, Pilato no pregunta a Jesús sobre un territorio y unos súbditos, que sería el reino. Tampoco le interroga sobre su eventual modo de gobernar, que sería el reinado. La pregunta directa y perentoria es “¿Tú eres el rey de los judíos?“.

Como en la pregunta subyace una enorme ambigüedad entre la manera como Pilato entiende la realeza y el modo como la entiende Jesús, el propio Jesús se ve en la necesidad de aclarar cuál es el significado de su realeza. Nos parece estar asistiendo a una clase de teología.

La traducción de Juan Mateos “la realeza mía” refleja la intensidad de la expresión griega ἡ βασιλεία ἡ ἐμὴ que contiene dos artículos: “la realeza, la mía…” Este giro intensivo se emplea varias veces en el evangelio de Juan: “éste es el mandamiento mío” (Jn 15,12); “para que contemplen la gloria mía / mi propia gloria” (Jn 17,24); también en Jn 15,9 y 15,11.

El otro término que conviene analizar es kosmos – mundo. Se utiliza hasta 186 veces en el NT. El evangelio de Juan lo emplea 78 veces con un significado amplio y muy matizado. En su sentido obvio, significa “mundo”, como espacio físico y lugar donde vivimos. Por ejemplo, la simpática exageración de Juan al final de su evangelio: “Pero hay además otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales, si se escribiesen una por una, pienso que los libros que se escribieran no cabrían en el mundo” (21,25). También puede significar las personas, como esa expresión que también decimos en castellano: “todo el mundo se ha ido detrás de él” (12,19).

Pero “kosmos” en Juan tiene con frecuencia un sentido específico. Es el mundo-humanidad como orden injusto, como violencia institucionalizada, como desorden constituido. Aquí se enmarca la expresión “jefe de este mundo” (12,13; 14,30; 16,11), como personificación del círculo de poder que oprime al pueblo, que persigue a Jesús y que genera represión y miedo entre la gente “nadie hablaba de él en público por miedo a los dirigentes” (7,13).

Con esta clave de interpretación podemos descifrar un versículo donde “mundo” aparece cinco veces y que, a primera vista, parece ser un acertijo o un galimatías: “Si pertenecierais al mundo, el mundo os querría como a cosa suya, pero como no pertenecéis al mundo, sino que al elegiros yo os saqué del mundo, por eso el mundo os odia (15,19). Una traducción-comentario puede ser ésta: “Si aceptarais los mismos valores de la sociedad injusta, estaríais en consonancia con esa sociedad. Pero, como habéis roto con los valores de esa sociedad, porque yo os ayudé a romper con ellos, por eso entráis en conflicto con esa sociedad”.

Ahora podemos volver al diálogo con Pilato para verificar la adecuada traducción de esa frase: “La realeza mía [la forma mía de ser rey] no pertenece al orden este [a esta escala de valores]… “¡Por eso no tengo ejército!” Al final del s. I, el evangelista Juan pone en boca de Jesús una formulación muy rotunda del carácter no-violento de basileía, quizá para que el mensaje de Jesús no provocara rechazo ni desconfianza en el contexto del imperio romano.

Resulta muy triste constatar el proceso  histórico. Fue a  finales del s. XIX cuando León Tolstoi escribió su libro “El Reino de Dios está en vosotros”. Allí desmenuza con gran valentía cristiana el sermón de la montaña, el amor a los enemigos y el carácter intrínsecamente no violento del mensaje de Jesús. De ahí concluye el rechazo absoluto a la guerra. Tolstoi ataca a la Iglesia ortodoxa rusa, porque ha traicionado ese mensaje. Podemos añadir que con mucha más razón se puede aplicar esa crítica a la Iglesia católica.

Tenemos un contraste aleccionador y, a la vez, esperanzador. Efectivamente, ha sido una persona no cristiana quien ha llevado a sus máximas consecuencias el mensaje de Jesús en este punto. Mahatma Gandhi quedó impresionado y fascinado por el libro de Tolstoi. A partir de ese contacto y, junto con su propia tradición religiosa, Gandhi fue elaborando y practicando toda su doctrina sobre la no violencia activa. Gonzalo Arias, un convencido practicante no violento, formulaba la no violencia gandhiana como el convencimiento de que el amor, verdadero y exigente, es el arma política más eficaz para luchar contra la injusticia… Así la practicó también Luther King.

En este punto, apenas hemos empezado a tomarnos en serio todo el inmenso potencial del mensaje de Jesús.